Bueno, voy a recuperar el lado vitalista y positivo que siempre me ha caracterizado, no vayáis a pensar que soy un cascarrabias cínico y depresivo o algo así. De hecho, la vida es hermosa y Australia, qué diablos, también.
Alguno pensará que igual he mojado. Nada más lejos de la realidad, mi querida muchachada. De hecho, mis posibilidades de mantener concúbitos carnales se anuncian bastante escasas, para variar. Los motivos son diversos y por todos conocidos, de modo que insistir sobre ellos me parece absurdo. Cambiemos de tema.
El pasado domingo, ya con un buen montón de proteína purificada (¡PimE es amarilla, amarilla!, unpublished results) a buen recaudo en el laboratorio, y a punto de empezar a probar suerte con la cristalización, decidí darme un capricho y salir de mi cueva en busca del sueño australiano. Así, cargado de esperanza y ganas de vivir, me subí al cercanías para visitar Fremantle, que no es otro cosa que el distrito portuario de Perth, en el que hace algunos años se celebró la Copa América de vela, como todo el mundo por aquí se encarga de recordar contantemente. El sitio no está mal, de hecho está mucho mejor que el centro de Perth: hay algunas casa antiquísimas (ese término aquí significa “construido en la segunda mitad del siglo XIX”), un mercado muy interesante y otro buen montón de gilipolleces para turistas (el museo del nudo marinero, el del anzuelo y esa clase de cosas) que obviamente no visité. A continuación cogí el CAT (el servicio gratuito de autobuses urbanos que hay aquí: Australia 1 – España 0) y dejé que me acercase a la playa. Allí sentí en mis propias carnes el único motivo por el que merece la pena vivir en (o venir a) esta isla-continente en mitad de ninguna parte… por fin, después de millones de años de espera, el Océano Índico y yo nos encontrábamos frente a frente: un duelo titánico.
A mí, quizá precisamente porque Dios me malbendijo ubicando mi existencia en la gloriosa, cruel y bellísima submeseta norte española, me fascina el mar. Ojo, no “la playa” a secas. La diferencia es notable: bajo mi punto de vista, por ejemplo, Alicante capital no tiene mar: sólo tiene un puñado de playas malolientes y semiartificiales, en las que las olas juguetean con los cadáveres de las gaviotas. En Perth, por suerte, la playa es sólo el borde del mar. Y qué mar, señores…
Creo que en toda mi vida sólo he visto uno tan acojonante en el cabo de Gata. Yo no soy un tío muy viajado, pero para un españolito de a pie, testigo durante toda su vida de los pelotazos urbanísticos a pie de costa, parece imposible que pueda haber una playa aún a medio desvirgar, sin edificios ni grandes espigones, a apenas quince minutos en tren de una ciudad de un millón y medio de habitantes. Cuidado, no es mérito de los australianos, es pura matemática: en Australia Occidental, seis veces mayor que España, viven poco más de dos millones de personas. En la provincia de Alicante, unas setecientas veces más pequeña y donde una vez debió de haber un mar como el del cabo de Gata, viven hoy más de un millón ochocientas mil. Aquí apenas hay presión. He oído hablar de una zona, llamada “city beach”, donde deben concentrarse las viviendas playeras y los apartamentos. Pero no pienso ir, no quiero romper el encanto.
Hice algunas fotos, pero por supuesto no pueden hacer justicia al espectáculo, de modo que no voy a ponerlas. El único edificio que había a pie de playa era una prisión abandonada en los años setenta, según me comentó uno de los pocos paisanos que pululaban por allí, casi todos acompañados por sus perros (por cierto, que en una tarde vi más ejemplares de bullmastín, la mayor máquina de matar canina, que en toda mi vida. Un animal impresionante). El día era soleado, fresco y muy ventoso, y el mar completamente verde. Decidí darme un paseo por las playas, en plan misterioso solitario, que es un rollo que me mola mucho y vende bastante. La gente allí sonreía y saludaba, al contrario que en la universidad, donde ya puedes expectorar tus vísceras hasta la muerte, que sólo al cabo de unas semanas alguien reparará en que tu cuerpo momificado molesta en mitad del pasillo. Un entrañable viejecito, de unos setenta y cinco tacos pero muy en forma, no sólo me saludo amablemente sino que además se acerco a hablar conmigo. Cómo no, le emocionó muchísimo el saber que yo era español. Era un inglés bajito con una larga barba blanca, como un duendecillo. Según me contó, se había venido a Australia dieciséis años atrás, y hablaba como arrobado de las bondades del clima, el paisaje y las gentes. En menos de dos minutos reiteró al menos cuatro veces que Australia es “the best place in the world”, aunque, para no ofender, se apresuraba a añadir que España también es un sitio maravilloso. “En Australia nadie quiere hacerte daño, la gente es buena”, decía. Sin duda el viejecito, del que nunca sabré el nombre, era una de esas personas a las que los años y el sufrimiento han hecho bondadosas. Se veía a la legua que había escapado con su pensión de uno de esos pudrideros infectos del cinturón industrial inglés y ahora, allí, ante el imponente verdor del Océano Índico, se sentía pleno de gratitud y felicidad por poder pasar sus últimos años en un lugar tan tranquilo y hermoso. A nuestros pies, por su parte, las bellísimas medusas varadas, de haber tenido cerebro, hubiesen pensado que habían sido arrojadas al mismísimo infierno.

9 comentarios:
Mmmm ¿estás seguro de que es una medusa s.s.? La foto me recuerda bastante a una carabela portuguesa (Physalia physalis) (paréntesis equivale a diferenciar del contexto), que como todos sabemos, es una colonia polimórfica flotante de pólipos hidroideos: con su flotador, su gran gastrozoide central, sus dactilozoides...
A parte de tocar las narices, te mando un abrazo muy fuerte ahora para variar desde Spainland, un sitio raro raro raro.
Mis mejores deseos y a ver si nos vemosª
Me imagino lo duro (y difícil) que será para vos elegir las palabras y los hechos (con sus respectivos detalles) que pondrás en el blog. Ahí fuera, al otro lado del LCD (me gustaba mas lo de tubo de rayos catódicos o CRT) existe una jauría asesina, hociqueando (lo siento me gusta más con "Q") el aire, esperando oler cualquier (el más ligero) signo de debilidad/miedo (creo firmemente que la debilidad al igual que el miedo se puede oler), cualquier error o dudad, para atacarte sin piedad y dejar que te desangres publicamente. Aunque todos pertenecemos a esa jauria despiadada, prefiero que las célebres palabras de "Subsiste" me guien: UNFORGETTABLE.
Excelente puntualización de un ojo atento.
Pues en efecto, se trata de la carabela potuguesa, un organismo colonial. No obstante, el término medusa (en contexto vulgar o académico) es más bien morfológico, en ningún caso tiene sentido taxonómico. Es decir, incluso en boca del mayor experto mundial en Cnidarios (título que no ostento), la palabra "medusa" a secas, sólo significa algo así como "cnidario de vida libre que flota". S.s no es SÓLO una medusa, pero el gran flotador sí que lo es, creo recordar ¿no?
En cuanto a lo de "subsiste" la verdad es que no tengo palabras...
Mirad, mirad, procedente de la fuente de conocimiento más indiscutible que existe (la wikipidia... ¡En inglés!)
The word "jellyfish" is used to denote several different kinds of cnidarians, all of which have a basic umbrella sort of shape, including scyphozoans, staurozoans (stalked jellyfish), hydrozoans, and cubozoans (box jellyfish). Some textbooks use the term "true jellyfish" for the scyphozoans, but this term is really quite meaningless (all jellyfish are equally jellyfish, none are more "true" in any sense than others) and the term "true jellyfish" is best left behind.
In its broadest usage, some people also include members of the phylum Ctenophora (comb jellies) when they are referring to jellyfish.
Yo no me voy a poner a discutir los términos que has usado. Prefiero seguir soñando con la imagen del Índico frente a mí (tí, en este caso xD).
Un beso, chico promesas.
(Sólo para echar leña al fuego, que ya casi no calienta)
A parte de lo que digan los expertos en medusas, yo no me atrevería a utilizar el equivalente inglés "jellyfish" sin una serie de precauciones: la lengua inglesa posee ciertas musicalidad onomatopéyica así como sutiles diferencias en los verbos de percepción visual (starkle, stare, glimplse, peer, watch...).
Pero desde mi punto de vista*, en materia de invertebrados marinos es una cagada (jellyfish, starfish, inkfish...).
Según la definición de la omnisciente Wikipedia, parece que jellyfish es aplicable a cualquier cosa marina, gelatinosa y que no parezca evidentemente una planta. Incluso un ctenóforo (!!!).
Si mal no recuerdo, la definición zoológica de medusa implica una diferenciación en las fases de la vida de un Cnidario, en contraposición a la fase pólipo. (Siendo de hecho la carabela portuguesa una colonia de pólipos). Además de esta diferenciación, una medusa es un único individuo y posee una cierta capacidad de natación, la carabela portuguesa (o fragata, que es más corto) se limita a flotar en la superficie y ser arrastrada por el viento y es una colonia.
La RAE, sorprendentemente, confirma esto y hace hincapié en otro aspecto morfológico: la forma de campana que recuerda a una sombrilla. También remarca la alternancia de generaciones sexuales (medusa) y asexuales (pólipo), pero ya que no soy un eh'perto y no recuerdo absolutamente todos los ciclos y como en Biología abundan las excepciones, no voy a utilizar esta característica en mi argumentación (al menos hasta reunir más información).
MODE dr_maligno ON
Ahora mueve usted, Mr. Murphy
Muahahahahahaha
MODE dr_maligno OFF
¡Un abrazo afectuoso y mis mejores intenciones!
Atentamente y aunque parezca mentira,
Tu fan MÁS devoto
*¡toma paronomasia conceptual! Punto de vista - verbos de percepción visual.
P.D. Una frase para blackrose (por si se ha tragado toda la chapa anterior) que escuché esta mañana: "resistimos porque soñamos" -Rosalía de Castro
He de rectificar: una vez más la RAE me sorprende por la excelencia de su diccionario. No creí que entaría en sutilezas tales como la naturaleza zoológica de la carabela portuguesa, en cuya deficición se cuida muy mucho de mencionar la palabra "medusa". Y donde esté la RAE, que arda en el infierno cualquier forma de conocimiento en inglés (lo del Ctenóforo lo puse a drede, para que vieses hasta que punto son paquetes: me alegro de que no te haya pasado desapercibido). Es decir, sabiendo que era una carabela portuguesa, jamás debí referirme a ella como una medusa (aun siendo esta palabra mucho más hermosa que cnidario, pelágico o colonial).
Nos veremos pronto, "Anónimo"
fe de erratas e ignorancia: adrede se escribe todo junto
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