Marsupiales y monotremas: ya comenté el otro día que durante la carrera de orientación tuve ocasión de ver canguros, un equidna y un “wallie” (estos últimos están en peligro de extinción y son unos pequeños marsupiales saltarines, poco mayores que una rata). Por la ciudad y el campus es relativamente sencillo ver zarigüeyas por las noches. Son nocturnas, muy agresivas si se sienten amenazadas y enormemente territoriales: no es difícil que te gruñan si te acercas mucho a determinados arbolillos y arbustos a partir de la puesta de sol. Tengo detectada una que siempre está subida en el mismo buzón a la misma hora. No hemos congeniado. Ya os hablaré de la terrorífica Isla de las Ratas.
Otros mamíferos: bueno, el resto de mamíferos se limitan a los delfines que he visto varias veces en el estuario, las ratas, los zorros (para los que los australianos suelen poner cebos envenados, a fin de evitar su proliferación, ya que como buenos placentarios son más listos que los marsupiales y se los comen, literalmente, crudos) y, cómo no, los propios australianos. Las tías, en general, mal. Muy mal. Iría más allá, calificándolo de desastroso. El problema es claro y obedece a razones genéticas: a las que les ha tocado ser monas y tal, pues se mantienen guapas hasta edades bastante tempranas. Y después, en cuanto cumplen los veinte tacos, como por arte de magia, donde había una chica guapa caben dos y a veces tres. Y se acabó lo que se daba.
Bichos y bichitos: en este caso, la diferencia fundamental con los bichos y bichitos europeos es que aquí todo es más rápido, más agresivo y más venenoso. Como prometí, estoy cogiendo los insectos que buenamente puedo en mis ratos libres para legarlos a mi regreso a diversas colecciones particulares y hacer así mi viaje aún más productivo desde el punto de vista científico (confío en no tener movida en las aduanas). A fin de aumentar el repertorio de capturas, decidí poner unas pocas trampas de caída (básicamente, un bote enterrado) en King´s Park. Durante el proceso de colocación de las trampas con ayuda de una azadilla, no más de veinte minutos, fui pasto de la increíble ferocidad de los mosquitos locales, que se abalanzan sobre ti a docenas y sin ninguna piedad, picándote incluso a través de la ropa. Me llevé para casa un total de treintaiuna picaduras sólo en los antebrazos, que se inflamaron horriblemente, adquiriendo el aspecto de dos salchichones. No creáis que me achanté: yo también causé numerosas bajas en las filas de los mosquitos. He de añadir que el prurito era sumamente molesto y duró tres días. Además, en una ocasión anterior fui bendecido con el picotazo de una hormiga chiquitaja a través de los vaqueros (¡!) mientras yo miraba no sé qué florecilla: tuve la pantorrilla inflamada casi una semana, pero podría haber sido peor (las hormigas toro australianas, además de estar entre las más grandes del mundo, unos tres centímetros, son, al parecer, uno de los insectos más venenosos que existen y han provocado numerosas muertes por las reacciones alérgicas que genera su toxina, siempre según la wikipedia). Otro hecho notable es que por aquí hay muchos panales de abejas silvestres, cosa que a día de hoy no es tan fácil de ver en Europa. Al margen de los insectos, las arañas son muy variadas y numerosas. El otro día por la noche, en casa, había una, tamaño Spielberg XL (casi como mi mano), cazando polillas a la carrera sobre una mosquitera. Por supuesto, parece ser que también hay algunas muy venenosas, aunque de momento no he topado con ellas. O al menos no me han picado.
Eucaliptos: como no me apetece enfangarme en la discusión sobre sí los eucaliptos son originarios de Australia o los trajeron desde Galicia, sólo os diré que aquí son bastante más diversos. Los hay desde arbustivos a gigantescos, y la mayoría no huelen como los eucaliptos a los que estamos habituadas en España: algunos huelen a limón, otros a menta, otros a eucalipto y otros, simplemente, a nada. Ah! y un detalle interesante: los dos o tres eucaliptales que he tenido ocasión de ver eran todos bosques luminosos, muy abiertos: aunque sí que hay algunos arbustos y herbáceas que soportan la lluvia de metabolitos secundarios, no son demasiados. Incluso aquí, no parecen bosques demasiado diversos, aunque el caso no es tan flagrante como en nuestro país. Como algunas especies son muy vistosas durante la floración, los jardines de Perth están repletos de toda clase de representantes del género.
Ya veré si sido con esto…