Bueno, como habréis comprobado estos días he estado liadísimo y me ha sido imposible actualizar al blog como debería. Definitivamente no ha habido cristales lo bastante grandes como para difractar con ellos, así que lo dejo en mano de esta gente, a ver si su potra optimiza el proceso (y que sea lo que el Gran Hacedor quiera). Me vuelvo a España en unas horas y aún tengo que rematar la maleta y hacer unas fotocopias.
Como mi visita a la Isla de las Ratas de hace unos días merece ser contada con cierto detenimiento, la publicaré ya desde la meseta. Pero, dado que uno nunca sabe lo que puede pasar en un viaje tan largo, estas podrían ser mis últimas palabras, de modo que quería dejar constancia de que a estoy hasta los cojones de Australia. Por lo demás, creo que el blog ha cumplido su función informativa, me ha ahorrado escribir muchos correos y no tendrá continuidad en el futuro (también estoy hasta los cojones de él).
Eso es todo. Un cordial saludo desde las antípodas.
P.D. A modo de resumen de la experiencia os diré que, a punto de cumplir los 27, sigo sin saber adónde van los ideales cuando mueren. Pero estoy en posición de asegurar una cosa: no van a Australia.